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Se tiene la idea generalizada de que los viajes en el tiempo no pueden ser posibles por simple deducción de las leyes físicas que rigen al Universo. Además, de existir la remota posibilidad de que los viajes en el tiempo fueran viables, sería posible enviar solamente una serie de partículas fuera de nuestro plano temporal ¡y aún así no estaríamos seguro de que aquellas partículas que mandamos y recibiremos en el futuro son las que originalmente mandaron nuestras versiones en el pasado!
Y eso que solo estamos hablando de enviar materia a niveles subatómicos. Ni hablar de mandar materia a gran escala. Solo pregúntese, ¿Qué pasaría si mandáramos un mensaje, o una piedra? ¿Que podría ser de un ser vivo entonces? ¿Enviaríamos al primer viajero del tiempo o solo una masa amorfa de materia orgánica sin vida ni consciencia que súbitamente apareció de la nada?
Una de las grandes verdades universales es que los viajes en el tiempo son posibles. Desafortunadamente otra verdad universal es que para la mente humana es casi imposible descifrar todos los factores que implica realizar un viaje de tal dimensión. Tal vez generaciones en cientos de miles de años descubran cómo hacer ese distante sueño posible, pero seguramente será demasiado tarde para la humanidad ya que la evolución la habrá dejado atrás para darle paso a algo más. Con un poco de suerte los herederos de nuestro mundo tendrán la mente necesaria para descubrir cómo transportar la materia y la consciencia a través del tiempo y el espacio. Y tal vez con un poco más de suerte se tomen la molestia de volver a nuestra era y decirle a nuestras grandes mentes que no desperdicien su vida, que la única forma que tendremos para viajar en el tiempo será haciendo uso de nuestra memoria e imaginación.
No es que el viaje en el tiempo no se haya hecho para los humanos, simplemente no tienen el tiempo para alcanzarlo.
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Fragmento tomado de la historia “El hombre que no puede morir, capítulo 3: Cronos”. Trabajo en proceso.
