miércoles, 14 de mayo de 2008

Desencanto (parte 2)

Es medianoche.

La brisa marina se cuela por la ventana abierta de una habitación para acariciar el cuerpo semidesnudo de una bella y joven mujer, su piel se eriza. Justo en ese instante ella despierta para darse cuenta de que su razón de ser, su amante, su esposa ha desaparecido.

Como si se tratara de un instinto primario trata de levantarse, pero los efectos del alcohol, la fatiga de la fiesta y el sexo hacen que pierda el balance y el control sobre sus movimientos. Tras buscar en el baño sin éxito, hace un esfuerzo y logra ponerse un poco de ropa ligera y decide ir por su mujer dondequiera que se haya ido.

A duras penas llega al elevador que la lleva directamente al lobby del hotel. Al salir de éste, y por el movimiento brusco de bajada, pierde el equilibrio y va a caer a los brazos de un hombre.

- Uh...

- Rayos. No deberia andar sola en el estado en el que se encuentra, señori... ¿Dafne?

- Uh... ¿Quién es usted?

> "María no estaba mintiendo. Está tan ebria que no logra reconocerme. Bueno, ni estando sobría imaginaría encontrarme aquí..."

- Perdón, te confundí con alguien más. ¿Anda perdida? ¿Necesita ayuda?

- ... ¿Eh?

- ¿Qué si necesita ayuda?

- Oh... Ando buscando a una amiga, se llama María Gaytán, se hospeda conmigo en este hotel. Es morena, piel clara, un metro setenta de estatura. ¿No la ha visto?

- Creo que si... "Entonces no ha regresado a su habitación. No creí encontrarme a Dafne justo ahora que necesito apurarme."

Leo toma de los hombros a Dafne y la encamina hacia el lobby del hotel.

- ¿Puedes esperarme aquí en lo que la busco? Mi amigo es dueño de este hotel y podría apoyarme con su gente. No intente irse, apenas puede mantenerse de pie.

- Está bien, ¿señor...?

- García.

- Ese apellido... ¿Sabe? Conozco a alguien con ese apellido: Leonardo García. Tiene mucho tiempo que no lo veo, se parece algo a usted, sólo que él tiene cabeza de cepillo. Si él estuviera aquí le aseguro que me estaría ayudando justo ahora. Aún lo extraño.

- ... Voy a buscar a su amiga, no tardo.

Mientras Leo deja atras a Dafne no puede evitar mencionar la misma frase:

- María... ¿Dónde te has metido?

La brisa marina refresca la noche y juega con el cabello de María, quién ahora vaga sin sentido por las calles solitarias del puerto con botella en mano. La noche apenas va empezando, noche que se repetirá una y otra vez en su vida.