viernes, 13 de junio de 2008

Desencanto, parte 4

Son las ocho de la mañana en punto. María se encuentra en compañía de Ariadna en el restaurante del hotel, aún no ha regresado a su habitación.

- Una de las cosas que aprendí de Leo es que uno jamás debe hablar cuando está borracho, así que no seas necia y acompáñame en mi desayuno.

- ... Sólo quiero un café bien cargado y unas aspirinas, por favor.

- .. Ahora dime, qué haces aquí con Dafne o mejor aún, qué está haciendo mi esposo con ella?

- No lo sé...

- No lo sabes...

- Si me hubieras dejado subir, en este momento lo sabría.

- No, ese no es el punto, querida. El punto aquí es que tú ya sabías que esto podría pasar y dejaste que sucediera.

-¿ Esto podría pasar? ¿De qué demonios hablas?

- Vamos. ¿Crees que soy tonta? Por favor, no me subestimes. Sé que tú eres la organizadora de este viaje de graduación. Los pseudo springbreakers que tienes como compañeros no paran de hablar de una tal María. Supongo que el viajecito sólo fue un pretexto para venir hasta acá con la esperanza de ver a Leo.

- Yo... ¡ESO NO ES CIERTO!

- Seguramente lo viste en el periodico cuando inauguró el bar y después de tanto tiempo deseaste verlo nuevamente. ¿Qué le dijiste cuando lo viste, qué terminaste casándote con su ex-amante? Puedo apostar que te mandó al infierno.

- Él es la única persona que conozco de la infancia que sigue viva. Lo menos que podía hacer es verlo y saber...

- ¿Que ha sido de su vida? ¿Acaso no imaginaste que él podía haber hecho una nueva vida, una vida con alguien más? ¿No me digas que después de todo este tiempo, y aún casada, sigues enamorada de él?

- ...

- Leo les tiene mucho resentimiento a todos ustedes por dejarlo solo cuando más los necesitaba. ¿Por qué pensaste que le daría gusto verte? Yo fuí la única persona que estuvo a su lado durante todo este tiempo y todas estas desgracias.

- Hablando de desgracias, recuerdo que desapareciste casi al mismo tiempo que él. ¿Tanta era tu urgencia por no volver a poner un pie en Colombia?

- En eso también te equivocas, querida. Yo fui su novia mucho antes de que recibiera ese balazo en la cadera por tí, lo único que hice fue ir tras mi novio. Meses después de que rompimos se enteró de mi situación vino a mi con un trato y me hizo su esposa. Yo más que nadie está agradecida por haber recibido su apoyo.

- Él te ectendió la mano y tú le agarraste el pie... ¿Y qué hay con el niño?

- Mario... Cuando nos casamos revivió la llama... Él no estaba en mis planes, pero Leo insistió en que lo tuviera, así que le dí gusto. Cada vez que vengo aquí él me obliga a verlo, creo que le puso ese nombre en honor tuyo, je je je. Por lo menos me da gusto ver que lo está cuidando bien... Sólo espero que él no...

Sin darle tiempo a Ariadna de reaccionar, María le propina una gran bofetada, se levanta rápidamente y pone un billete de 200 pesos en la mesa.

- Sepa qué clase de madre eres. Leo debe ser la persona más noble que conozco al aceptar a alguien cómo tú en su vida. Toma, yo invito. No quiero nada que venga de ti...

- No debiste...

- Leo tiene razón. Nunca se debe hablar cuando se está ebrio, porque suele decirse la verdad y la única verdad aquí es que sigues siendo una golfa. Creería todo lo que dices sino fuera porque Leo piensa lo mismo que yo.

Y si está en este momento en mi habitación debe ser porque está preocupado por mi y cuida de mi esposa en vez de llevar al aeropuerto a la suya. Adios, Ariadna. Espero no volverte a ver de nuevo.

Entonces María abandona el restaurante, dejando a Ariadna atrás con todas las miradas de la gente sobre ella. Lo único que acierta en hacer es tomar su equipaje y salir de ahí lo más rápido posible.

- María... No debiste hacer eso...